Aprovechando los múltiplos festivos que hemos tenido en Mayo, hemos ido a conocer el Tirol austríaco. La verdad es que no es la primera vez que vamos por esa zona, aunque en este viaje nos hemos quedado antes de llegar a Innsbruk.
Esta vez decidimos buscar una alojamiento original así que en lugar de reservar un hotel reservamos una “granja-hotel” que recomendaban para niños: Lenelerhof
El viaje desde Estrasburgo son unas 5 horas (con paradas), nosotros salimos de Estrasburgo a las 18:00 así que llegamos bien entrada la noche, eso sí parando en un Burger King en Alemania.
Cuando llegamos los dueños, muy agradables nos fueron a buscar a la entrada del pueblo.Nos dieron un apartamento super amplio en el que los niños estaban felices. Si vaís no olvidéis llevaros zapatillas de estar en casa porque a la casa no se puede entrar con zapatos.
Al día siguiente, nos enseñaron la granja la parte de abajo tiene una zona de cocina con sala de juegos, el sótano pared para hacer escalada, billar, footballin etc… Un jardín enorme con columpios, tirolina (la locura de mis hijos) y barbacoa. También tiene una sauna y zona de relax con preciosas vistas a las montañas.
Al lado de la casa, estaba la “granja” con vacas, cerdos, gallinas y gatitos recién nacidos, ¡toda una aventura!
El primer día estuvo lloviendo así que fuimos conocer el pueblo más grande de la zona: Arzl im Pitztel. Ese día había un mercado medieval en el pueblo y la gente andaba disfrazada, de hecho había varios espectáculos. Nosotros no fuimos porque el tiempo no acompañaba mucho. Comimos en un restaurante-hotel que está al lado de la plaza de la Iglesia.
Después de comer, fuimos a dar una vuelta por un camino que hay y que es muy conocido por pasar entre montañas y un río. El problema es que con la lluvia todo estaba muy resbaladizo así que el camino estaba cerrado al público.
También hay un tobogán gigante: el alpine coaster pero nos dijeron que estaba cerrado por la lluvia.
Como llovía y nos estábamos calando, hicimos un poco de caminata por el bosquecito que había alrededor y nos regresamos al hotel, no sin antes comernos una buena tarta sacher en una pastelería que encontramos abierta.