El día siguiente comenzamos realmente nuestra excursión por la Región de Borgoña.
El primer sitio que fuimos a visitar fue el Chateau de Pommard que es el más conocido de la zona. El castillo es propiedad de un francés que ha hecho fortuna con el mundo inmobiliario, apasionado del buen vino y del arte. Se puede visitar la «bodega» del castillo, cuesta unos €10 por adulto y los niños gratis.
En la visita, que está realizada por un guía, te cuentan el origen de la uva de borgoña y los diferentes tipos de uvas dependiendo de la tierra en la que se cultiva. Podréis ver la bodega y cómo los vinos reposan en los toneles, también veréis vinos «excepcionales» que lamentablemente están en la parte privada de la bodega cerrada con cerrojo. Una vez hecha la visita (que dura unos 30 minutos), hay una degustación. Es muy «comercial» porque al final buscan que compres vinos pero es una buena ocasión para probar gratis buenos vinos. Como buenos turistas, compramos algunas botellas….. También podréis ver una exposición de pintura/escultura mientras esperáis al guía, cuando estuvimos nosotros la exposición era de obras de artistas españoles: Gaudí, Picasso, Miró.
Os recomiendo visitar el castillo porque es el más conocido de la región y todo el mundo os preguntará por él. Si además vais sin niños y os gusta el buen comer, el castillo tiene un restaurante que acaba de obtener una estrella michelín: Restaurant de Chateau de Pommard, que no tiene nada que ver con el castillo, salvo que alquila la sala del comedor.
Continuamos la carretera buscando un lugar dónde compradnos un bocadillo y llegamos a un pequeño pueblo que se llama Meursault, una monada de pueblo con una panadería con bocadillos riquísimos. El pueblo incluso tiene una iglesia que aparece en wikipedia: Eglise de Saint Nicolás.
Después de coger «fuerzas», continuamos la carretera hasta llegar a Saint-Romain, un pueblecito en el que podréis admirar las espectaculares vistas de los viñedos. Por el camino, pasamos por el hotel La Cueillete, un super hotel/spa en el que estaban alojadas las cinco jóvenes que hicieron la visita del castillo de Pommard con nosotros, ¡qué envidia me dieron!.
Desde Saint-Romain cogimos la carretera para ver «las falaises» o acantilados para nosotros. La verdad es que son impresionantes y os aconsejo que vayáis a verlos.
Nosotros decidimos continuar hasta Salieu, casi 1 hora de carretera que, personalmente, os aconsejo dejar para otra excursión a no ser que tengáis mucho interés en conocer Salieu. No es porque Salieu no sea bonito, que sí lo es, pero la verdad es que es 1 hora de carretera ida y otra de vuelta, en mi opinión es mejor disfrutar de las falaises y pasear por los pueblecitos de la zona que coger el coche. Dicho esto, nosotros visitamos Salieu que no es un pueblo muy grande. La gracia que tiene este pueblo es que paró Napoleón con sus tropas y que, antiguamente, era la carretera que unía París con el Sur-Este de Francia y que por esta carretera pasaban los franceses «adinerados», es por esta razón por la que hay un hotel/restaurante de «Relais de Bernard Louseau«, un chef muy famoso francés que tengo entendido se suicidó porque tenía muchas deudas. Un restaurante que os aconsejo en este pueblo es una creperie que se llama «La demi-Sel«, compramos unos crepes exquisitos y nos llevamos también un bote de crema de caramelo con mantequilla salada (una bomba de relojería de quitar la respiración).
De vuelta, fuimos a cenar al restaurante «Auberge la Bouzaize«, un restaurante muy «típico» en el que comimos un exquisito boeuf bourguignon. Para los niños nos ofrecieron un menu de niños con pollo y arroz del que mis hijos no dejaron nada de nada. La verdad es que cuando llegamos nos sorprendió porque parecía un poco comedor de colegio pero la verdad es que nos gustó mucho, comida 100% casera.