Brunch en le Bistrot du Boulanger

bitrot boulangerEste domingo aproveché para hacer algo que me encanta: desayunar y leer un libro.

Aquí en Estrasburgo el concepto de «desayuno» que tenemos en España es difícil de encontrar y mucho menos al precio que pagamos nosotros. Yo estaba por la zona de la Krutenau a las 10 am y me costó encontrar una cafetería abierta.

Como no veía nada abierto, decidí ir a comprar el pan a mi panadería favorita: Au Pain de Mon Grand Père , siempre que puedo compro el pan allí (de hecho mis amigas dicen que debería cobrarles comisión por la publicidad que les hago) pero es que el pan de «Miel noisettes» me quita la respiración . Cuando estaba haciendo cola para comprar el pan, vi el Bistrot du Boulanger (que es el restaurante de la panadería).

No sabía si estaba abierto así que entré y pregunté si podía desayunar y me dijeron que sí y que además tenían un brunch.

Como yo no quería desayunar mucho, les pedí alguna fórmula desayuno (pensando a la española) y me trajeron: un café, zumo naranja, panes (con mantequilla y mermelada) y 3 piezas de bollería… Cuando vi esa cantidad le pregunté al camarero si era todo para mi y me dijo ¡claro!, claro que se me pusieron los pelos de punta pensando la clavada que me iban a meter…

Cuando pedí la nota hacía cálculos pensando cuánto iba a ser, calculé entre €5-€7 y chapó, me cobraron €7, un poco caro para la idea que yo traía. Eso sí, como ya estaba pagado, le pedí al chico con una gran sonrisa si me podía meter el pan y la bollería en una bolsa para llevármelo a casa (por lo menos así lo amorticé)

Me gustó la idea del brunch y pregunté en qué consistía, me dijeron que incluía café y zumo de naranja con panes y bollería, un plato de fruta, huevos con beicon y por último mini pizzas y focaccias. Lo que se me olvidó preguntar es el precio…¡pequeño detalle!.

Este brunch, a priori, me gustó porque son cosas que mis hijos comen (estuve en otro en el Museo de Arte Moderno y no comieron nada) así que volveré en breve y os contaré si merece la pena…

Y ya hace un año

1 año

Parece que fue ayer cuando llegamos con nuestros camiones de mudanza desde Madrid pero no, ¡hace ya un año! cómo pasa el tiempo.

La verdad es que en este post me gustaría hacer una retrospectiva de lo que ha sido mi vida durante este año.

Aunque el inicio fue un poco duro, poco a poco y gracias a grandes amigas como mis vecinas Merces y Marta conseguí empezar a rehacer mi nueva vida.

El volver a correr me hizo descubrir los bellos paisajes de esta región, el parque de l´Orangerie, Portales, Kehl (Alemania) y otros muchos lugares que he conocido, y sigo conociendo, con mis zapatillas.

Aunque el invierno del 2013 fue duro y largo muy largo, disfrutamos mucho con la nieve, hicimos muñecos, nos tiramos en trineo y nos caímos unas cuantas veces caminando sobre el hielo.

Me compré una bicicleta y me puse como objetivo montar en ella y conseguir que mis hijos aprendieran, me costó mucho pero después de miles de caídas conseguimos todos montar en bici, hasta Sofía que empezó con «mal pie» consiguió sacarse el carnet.

2013 ha sido un año de viajes, muchos viajes estuvimos en París, Munich, Suiza, Austria…., no había fin de semana que no saliéramos a conocer algún lugar… ¡ah! y también un año de muchos parques infantiles: Europapark, Legoland…. ¡Eso sí que les gustaba a los peques!

Después del invierno vino una primavera, corta, que nos permitió conocer una florida Estrasburgo, qué belleza pasear por la Petite France y ver los balcones llenos de flores…

Sofía hizo su primera comunión en Francia y fue el momento en el que toda la familia vino a conocer nuestra nueva ciudad. Aunque llovió sin parar el fin de semana, el domingo salió el sol y me dejó ponerme el vestido que tenía para la ocasión (¡¡aunque me congelé viva!!). Qué felicidad ver a tu hija mayor vestida de blanco como un ángel.

Y luego llegó el verano y con él las piscinas de Wacken, la zona de juegos de la playa de Les Halles y las fuentes del parque de la Citadelle lugares que me permitieron leer mientras los niños se divertían.

En septiembre comenzamos la vuelta al cole y, en mi caso, el comienzo de la búsqueda de un trabajo: llamadas, mails, búsqueda de ofertas, etc… Un poco desesperante pero al final todo «trabajo» tiene su recompensa y la mía fue el mail que recibí para dar clases de finanzas en la EM de Estrasburgo ¡toda una experiencia!.

Octubre y Noviembre pasaron como sin darme cuenta entre las clases y la búsqueda de trabajo.

Y llegó Diciembre, ese mes tan mágico en una ciudad como Estrasburgo: el mercado de Navidad,  las calles, la iluminación. Decidimos que fuera Saint Nicolas quien viniera este año a casa, nos trajo chocolates y algunos regalitos, pero nos quedamos sin los Reyes Magos….

Y ahora volvemos a comenzar Enero pero del 2014, un año más.

La verdad es que vivir fuera de tu país es una experiencia tan enriquecedora, que se la aconsejo a todo el mundo: nueva casa, ciudad, amigos….   Salimos completamente de nuestra «zona de confort» pero las recompensas son múltiples y, aunque a veces nos cueste un poco creo que la mejor forma de aprender a nadar es tirándose a la piscina….

Y ahora damos la bienvenida al 2014 y yo le digo:  «Hola 2014,  ¿qué nos tienes preparado?»

Mulhouse: visita al Museo del Automóvil

cocheEste domingo 19 de enero hemos decidido salir de excursión e ir a conocer la «Cité de l´Automobile» en Mulhouse.

Desde Estrasburgo es un paseo de casi 1 hora en coche así que lo mejor es ir con la idea de pasar el día completo allí. Hay más de 6 museos que podéis encontrar en Mulhouse, entre ellos el del automóvil y el del ferrocarril.

El museo está abierto (el fin de semana) de 10 a 17 y hay que contar entre 2-3 horas para visitarlo (si vas con niños). La entrada por adulto tiene un precio de €11,5 y los niños de 7 a 17 años pagan €9, para los menores de 7 años es gratuito. También te ofrecen la opción de sacarte un combinado del museo del automóvil y el del ferrocarril, son €3 de diferencia (por adulto) versus pagar dos entradas pero tienes que visitar el museo del ferrocarril como muy arte antes del mes desde la compra, si Mulhouse estuviera más cerca quizás lo hubiéramos cogido pero a 1 hora en coche nos da más pereza….

Por cierto, ahora mirando los precios en la web, he visto que para los «demandantes de empleo» el precio es de €9, ¡para una vez que no enseño mi carnet! y luego cuando lo saco, me dicen que no hay descuento….

Dentro del museo hay dos restaurantes, uno formal y otro que es self-service y que no está mal.

El museo es una verdadera joya de arte para los amantes del automóvil y para los que no somos tanto. Es impresionante ver cómo eran los coches antiguamente, el coche del médico con las velas que servían como luces, el Rolls Royce de la reina de Inglaterra, los coches de nuestros abuelos y ¡¡miles más!!. Eché de menos a mi querido Seat 600 (en el que me llevaba mi madre al cole) pero aquí en Francia no era tan habitual.

Aunque haya diferentes marcas de coches, podríamos decir que el 80% son de la marca Bugatti (que tiene su fábrica en Molsheim). Me imagino que los que saben de coches lo sabrán, pero para mi fue todo un descubrimiento saber que la marca Bugatti era tan pionera y conocida desde el comienzo del automóvil (1900). Está expuesto el coche más rápido del mundo: el Bugatti  Veyron Super Sport que ha llegado a alcanzar los 431 km/h sobre la pista. Hay también una zona de  coches de carreras con los coches de pilotos como Ayrton Senna, etc..

Aparte de la exposición de coches, hay un par de «atracciones» muy interesantes, la primera es intentar encender un coche como se hacía antiguamente con la manivela (¡misión imposible!) y la otra es sentir dos vueltas de campana dentro de un coche a 50 km/h es impresionante, se te ponen los pelos de punta de pensar cómo sería a más velocidad.

También hay una zona de juegos para los niños con coches en miniatura para que hagan carreras, los míos se lo pasaron genial.

Después de la visita decidimos ir a merendar a Mulhouse y así conocerlo… Los que viven aquí, se podrán imaginar lo que encontramos un domingo a las 17.30 en Mulhouse: nada ni a nadie por las calles.. Antes de tirar la toalla e irnos a Estrasburgo, decidimos acercarnos a la catedral del Mulhouse (por cierto la zona más recomendable) para ver el centro y allí encontramos ¡1 cafetería abierta! así que todos nos pusimos a correr para coger la última mesa disponible y ¡¡el último eclair de vainilla!! (a dividir entre 5)

La ciudad de Mulhouse está bien visitarla si vas al museo pero, salvo que yo me haya perdido algo, no merece un viaje desde Estrasburgo.

Tengo pendiente ahora visitar el Museo de Pain d´epices que he visto en el blog de Eva, otra española que está en Estrasburgo.

¡¡Espero tengáis un feliz jueves!!

Restaurante La Marseillaise

la marseilleseEste fin de semana que ha terminado hemos tenido una «salida» con la Asociación Bienvenue à Strasbourg (una asociación que busca integrar a los recién llegados a Estrasburgo y que es gratuita el primer año).

La salida fue conocer el periódico local DNA (Dernières Nouvelles d´Alsace). Allí pudimos ver en persona cómo se publica un periódico, algo muy curioso y recomendable.

Como la visita comenzaba a las 22.30 decidimos ir a cenar antes, las oficinas del DNA están cerca de la Plaza Broglie así que buscamos un restaurante por la zona y encontramos el restaurante La Marseillaise, yo ya lo conocía porque estuve este verano 2013 y guardé un buen recuerdo, así que decidí repetir.

Si reservas la mesa con la Fourchette tienes un 30% de descuento en la carta (si pides entrada+plato o plato+ postre) algo que no está nada mal.

Pedimos dos entradas: una ensalada de chevre chaud y un foie-gras, luego yo tomé el Onglet de Boeuf à L´Échalote y mi marido el Escalope de Veau à la Crème aux Champignons Frais y de postre el Tiramisú todo acompañado de un buen vino de Burdeos.

Todo estaba exquisito, realmente muy bueno. El dueño es de Quatar y está casado con una española (de Las Palmas) y es super simpático, al final nos invitó a un licor de Mirabelle que tomaron ¡nuestros acompañantes masculinos!.

Después de la cena, la visita al DNA. La verdad es que fue una noche super sympa (como dirían los franceses), con buena compañía y buena comida.

Si no habéis estado, os animo a que conozcáis el restaurante, el único «pero» que le pongo es que es pequeño y las mesas están muy juntas pero a nosotros nos sirvió para acabar hablando con la pareja de la mesa de al lado. Pero como dijeron nuestros amigos, «si acabas hablando con la mesa de al lado es que te sientes como en casa: te sientes bien» y así fue.